Música y estudio

El tema de la música y el estudio suele ser motivo de conflicto para los adolescentes y sus mayores. Pero la respuesta a la pregunta ¿música sí o música no? varía de una persona a otra.  Solo nosotros mismos podemos saber si nos ayuda o nos resulta contraproducente, para lo cual necesitamos una autoevaluación a conciencia:

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La decisión pasa fundamentalmente por determinar si eres más eficiente de una u otra forma, es decir, cómo te concentras  y trabajas mejor. Esto nada tiene que ver con hacer soportable el hacer los deberes.  Si usas una música que te distrae solo lograrás que tus tareas se prolonguen indefinidamente, por lo que te aconsejo que alejes durante ese tiempo la música que más te gusta. Resérvala para tus ratos de ocio.

Estudiar con eficiacia requiere que nuestro cerebro esté alerta a la vez que concentrado y tranquilo. Si esto no se consigue en silencio, hay distintas alternativas musicales que pueden fomentar dicho estado. La elección dependerá de cada individuo y del tipo de tarea a realizar: no es lo mismo hacer ejercicios de matemáticas que dibujar, y la música adecuada tampoco tiene por qué ser la misma. Como se trata de experimentar, lo mejor es probar mientras leemos algo por placer, o cuando aún falta para los exámenes. Así, en los últimos repasos, ya tendrás una selección idónea para tí.

Es mejor que la música suene de manera ambiental, evitando el uso de auriculares, salvo que a nuestro alrededor haya demasiados ruidos y la música la necesitemos para apantallarlos, o sea molesta para los demás. En cualquier caso, el volumen debe ser bajo, evitando estridencias  y cambios bruscos de cualquier índole. Definitivamente, no debe invitarnos a cantar o a escuchar la letra, salvo que estemos realizando un trabajo manual que no requiera excesiva concentración: el hecho de cantar puede relajar a los más inquietos.

Se pueden encontrar en internet compilados de distinta duración y tono para ir probando: desde música clásica, a sonidos de la naturaleza, pasando por música instrumental o coral. Lo ideal es elegir una pieza que dure más o menos lo que nuestro intervalo de estudio: que los primeros acordes nos indiquen que llegó el momento de concentrarse  y que ya, cuando termine, será la hora de descansar, olvidándonos del reloj.

Si somos serios, la música en unos pocos minutos pasará a un segundo plano y realmente no seremos conscientes de que está sonando. Por otra parte, cuando le comencemos a prestar demasiada atención, podemos llamarnos al orden y redirigir nuestra mente al objeto de estudio, o decidir si necesitamos una pequeña pausa o un cambio de asignatura. Además, si algo nos distrae, concentrarnos en el sonido para después retomar el estudio es una estrategia muy eficaz.

Ahora, toca elegir. Tal vez quieras probar con lo que yo estoy escuchando ahora mismo, según escribo este post, buscar otras compilaciones o armar la tuya propia.